«Gracias»
Artículo de FapaRioja, publicado en el periódico La Rioja.
9 de marzo de 2022.
Dentro
de poco, se cumplirán dos años desde que la pandemia entrara en la vida de los
centros educativos. Dos años en los que todas las personas, de alguna forma,
hemos tenido que convivir con una situación que ha transformado nuestra
realidad. Hoy queremos enfocar este escrito a nuestro campo, el educativo,
sobre todo para dar las gracias. Porque pocas veces podremos recordar una
comunidad educativa que haya tenido tantas transformaciones y haya seguido
trabajando para poder sacar adelante el desarrollo de nuestros hijos.
Queremos
agradecer la labor de los equipos directivos, profesorado y demás personal de
los centros educativos, que han tenido que tripular este barco por un nuevo mar
en el que los mapas no existían y todo se iba aprendiendo sobre la marcha. Han
tenido que transformar la forma de impartir sus clases y acomodarse a una nueva
realidad, sin tiempo para pensarlo. Para muchos de ellos, no hubo vacaciones
ese primer año, pues debieron trabajar en preparar como sería la organización
del nuevo curso.
Esta
pandemia también nos ha mostrado las carencias que todavía tiene la educación
en muchos aspectos: la educación inclusiva, las nuevas tecnologías… y por otro
lado nos ha mostrado la capacidad de adaptación que tiene la comunidad
educativa.
Dar
las gracias a las Ampas por haber continuado durante estos dos años trabajando,
transmitiendo la información a las familias y pendientes de las problemáticas que
han existido. Agradecer a las familias que empezaron ayudando en casa a los
menores, tuvieron que iniciarse en las clases online y que cada día se
esforzaban para que las carencias emocionales y de socialización repercutieran
lo menor posible en sus hijos. Familias que siempre cumplieron con todos los
protocolos, normas que eran más restrictivas que en la calle, y que varias
veces ni entendían, pero que, como el resto de la comunidad educativa, cumplieron,
para conseguir que los centros educativos fueran espacios seguros.
Dar
las gracias también a las personas que, desde sus cargos tuvieron que gestionar
todo ello, porque más allá de sus decisiones, el esfuerzo ha sido muy grande y
el momento muy difícil.
Esta
pandemia nos ha mostrado la importancia del trabajo de toda la comunidad
educativa, se necesitan profesores motivados, alumnos con ganas de aprender, familias
que apoyen a ese profesorado y que estén caminado al lado de sus hijos, y equipos
directivos que hagan partícipes a las familias de todo el proceso educativo. Este
es el mejor valor para el aprendizaje y la educación, una comunidad educativa
trabajando conjuntamente hacia un mismo objetivo, lo mejor para nuestros hijos
e hijas.
Pero en
especial, queremos dar las gracias al alumnado que han tenido que vivir dos
años con un control enorme. Dos años que, para su edad, supone una parte
importante de sus vidas. Y han perdido muchas vivencias, muchos encuentros,
actividades, experiencias, que son la base de su educación emocional y que
forman parte del aprendizaje en su vida. Estuvieron cuarenta días sin salir de
casa y meses sin ir a clase, para al curso siguiente entrar en su colegio o
instituto con un control total de espacios, relaciones y socialización.
Cómo
habrán sido estos dos años para los menores que entraron en el colegio por
primera vez. O los menores que pasaron del colegio a el instituto, después de nueve
años y no pudieron hacer una despedida real con su colegio de siempre. Y sobre
todo para esos adolescentes, porque todos recordamos nuestros años de instituto
y ellos los han vivido con límites para todo. Porque no es los mismo dos años
de pandemia en un adulto que en un menor con 17 años.
Por todo
ello, además de estos agradecimientos, queremos pedir que la comunidad
educativa nos esforcemos en potenciar ese lado emocional de los menores que todo
este tiempo ha faltado. A partir de ahora confiamos en que poco a poco los
protocolos vayan ampliando la libertad en los centros educativos y pedimos que simultáneamente
extendamos nuestras actividades de encuentros y de socialización. Cuando los
espacios se vayan abriendo volvamos a las excursiones, a las relaciones entre
clases, a la posibilidad de entrar las familias en los colegios. Retomemos las actividades
en las que el profesorado, el alumnado y las familias convivían conjuntamente. Desde
FapaRioja ya iniciamos el año pasado una formación con las familias para dotar
de recursos sobre la salud emocional de sus hijos y ahora, en los siguientes
meses, continuaremos con ello. Porque hay que trabajar con los menores las
emociones y el propio autoconocimiento de lo que han vivido. Sabemos que todo
es un aprendizaje y de todo sacaremos enseñanzas que mejoren nuestra forma de
entender este mundo, nuestra relación con los demás y nuestra propia vida. Y
poco a poco enseñar el camino a la normalidad. Que al final quede todo como un
recuerdo, que como una jóven me dijo, “algún día todo esto sólo será una
pregunta en un examen de historia”.
Junta Directiva de FapaRioja

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